jueves, 31 de julio de 2014

El control intelectual de la ciudadanía: La Cultura de la Transición

Texto de Amador Fernández Savater  extraído del libro "La cultura de la Transición":

"Cultura consensual, cultura desproblematizadora, cultura despolitizadora, la Cultura de la Transición se aseguró durante tres décadas el control de la realidad mediante el monopolio de las palabras, los temas y la memoria. Cómo debe circular la palabra y qué debe significar cada una. En torno a qué debemos pensar y en qué términos. Qué debemos recordar y en función "de qué presente" debemos hacerlo. Durante años, ese monopolio del sentido se ejerció sobre todo a través de un sistema de información centralizado y unidireccional al que solo las voces mediáticas tenían acceso, mientras que el público jugaba el papel de audiencia pasiva y existían temas intocables.


En la Cultura de la Transición, el consenso sobre las cuestiones políticas y económicas es absoluto: el sistema de partidos y el mercado no son ni pueden ser objeto de discusión. Sin embargo, se escenifica un conflicto permanente en el que estamos invitados a tomar partido: PSOE o PP, izquierda o derecha, capitalismo ilustrado o capitalismo troglodita, "las dos Españas". Esa polarización organiza nuestro mapa de lo posible. Se puede hablar sobre nacionalismo, la lengua o el laicismo, pero no sobre la precariedad, los desahucios y las hipotecas. Se puede discutir sobre el tabaco, los límites de velocidad y los toros, pero no cuestionar la representación política.

La derecha extrema ataca agresivamente el derecho al aborto, el matrimonio homosexual y la asignatura de Educación para la Ciudadanía. La izquierda progre responde educadamente con gestos simbólicos sobre el crucifijo en las escuelas, el multiculturalismo o el feminismo. Pero en cualquiera de los dos casos, la Cultura de la Transición se asegura siempre el monopolio de los temas y los enfoques. El objetivo de la Cultura de la Transición, su obsesión, es la "cohesión".  Su idea de la cohesión es que todos y cada uno aceptemos identificarnos con el papel que nos toca: la política es cosa de los políticos; la comunicación es materia de los media; la palabra autorizada es un privilegio de intelectuales y expertos; las alternativas marginales son lo propio de los movimientos sociales; y, finalmente, la guerra de todos contra todos es la ley secreta de la sociedad."